El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dio publicidad a una resolución mediante la cual pretende regular el uso lingüístico en las aulas; particularmente, el uso de algunas formas que conocemos con el nombre de lenguaje inclusivo (LI). Enmarcan la medida en las “consecuencias” que trajo la suspensión de la presencialidad en las escuelas durante la pandemia de COVID-19; así, “simplificar” los usos del lenguaje integra la batería de medidas para “recuperar contenidos” y garantizar los derechos de les estudiantes. Ahora, ¿qué pasa si une estudiante solicita que se use el inclusivo para nombrarle?
Desde nuestro lugar de lingüistas, sabemos que la variación y el cambio son propios de las lenguas en uso. Legislar sobre el uso lingüístico nada tiene que ver con cuestiones intrínsecas a la lengua. Intentos de regulación como este responden, antes bien, a cuestiones ideológicas que se simulan ocultándose bajo el mandato de la calidad educativa y las normas existentes. Se trata, ante todo, de una medida política -aunque no se presente como tal- que pretende regular el uso de la lengua con consecuencias en la educación. En este sentido no adoctrina, sino que va mucho más allá. En efecto, las autoridades del ministerio no sólo prohíben sino que obligan a usar formas consagradas por la RAE, coartando la creatividad -incipiente o establecida- de les alumnes en el uso escrito y oral de la lengua de la comunidad a la que pertenezcan. ¿Es acaso la RAE la que establece las formas de lo decible?
El Gobierno de la Ciudad aduce que una de las supuestas causas para justificar la prohibición del lenguaje inclusivo es descartar el uso "ideológico" en el aula. Como lingüistas aclaramos que no existen usos no ideológicos; sin embargo, parece que existen ideologías menos amenazantes que otras: por años se habló (y habla) del descubrimiento de América, término que invisibiliza la masacre llevada a cabo en nuestros territorios, por ejemplo.
Otro de los justificativos a la hora de prohibir el uso del LI fue el bajo rendimiento en pruebas de comprensión lectora. Sería esperable que el Gobierno de la Ciudad referenciara algún estudio lingüístico basado en pruebas empíricas que permitiera sostener esta relación entre el uso del LI y la comprensión lectora. De todas las respuestas posibles frente a esta problemática -brindar mayor presupuesto a nuestros establecimientos y docentes, aumentar el presupuesto para los comedores escolares, garantizar vacantes, un sueldo docente digno, recursos y acceso a condiciones dignas de estudio, entre otras-, el Gobierno de la Ciudad decide enfocar su curso de acción en estigmatizar un uso de la lengua. Uso que incluso sirve de objeto de estudio en las aulas y constituye un primer puntapié para reflexionar con nuestres alumnes sobre la morfología, las variedades y los registros.
Tal vez se intente sancionar a une docente que lleve a aula un texto escrito en LI; sin embargo, quien trabaje con obras de sainete y grotesco criollo -textos de principio del siglo XX que toman como objeto de burla a les inmigrantes y su habla (como es el caso del cocoliche) y cuyos chistes muchas veces explotan la violencia de género- ¿estará cumpliendo arduamente con su tarea pedagógica? Parece que la "deformación del lenguaje" o los usos no legítimos solo se admiten en el aula cuando están al servicio de la discriminación, la exclusión y la burla de disidencias y minorías.
El LI es un proceso de cambio lingüístico en curso, uno entre muchos que están ocurriendo en este momento y que, como formamos parte del proceso, simplemente no notamos. En este caso se trata de un fenómeno que, si bien es de larga data, tuvo sus réplicas mediatizadas a partir de usos en el sistema educativo y que curiosamente fue en ese ámbito donde hasta ahora logró cierto aval institucional su empleo. Y decimos “curiosamente” porque por lo general la escuela ha tenido un papel reproductor-conservador de los usos lingüísticos consagrados: más allá de este acontecimiento en particular, no es la primera vez que se busca prohibir algunos usos: el voseo, por caso, pretendió ser desterrado de las aulas bajo el pretexto de tratarse de una “deformación” del lenguaje. Los usos y costumbres en el caso de la lengua siempre han superado a las instituciones dado que el voseo finalmente se impuso. Un argumento similar esgrime hoy el gobierno porteño para condenar el empleo de la e, la x y la @ en registros orales y/o escritos en el espacio escolar proponiendo en cambio en sus documentos el uso exclusivo de la marcación binaria de género en todos los casos de referentes "humanes".
Pero el documento va todavía más allá considerando que les docentes deben hacer un uso supuestamente “neutral” de la lengua en el ámbito escolar al formular: Los usos del lenguaje en la enseñanza de la lengua en la educación no son terrenos donde los/as docentes puedan imponer sus preferencias lingüísticas particulares. Los procesos de cambio lingüístico no suelen resultar de imposiciones. En todo caso, las preferencias lingüísticas son inevitables en el mismo momento en que elegimos hablar de cualquier asunto. Si recuperamos el ejemplo anterior, optamos por genocidio, invasión o conquista del territorio americano porque tenemos una posición al respecto. Y no solamente les docentes frente a sus alumnes. Toman posición les funcionaries cuando asumen las palabras de un informe técnico que considera equivalentes las normas del lenguaje y las pautas que regulan el sistema educativo. Y también lo hacen cuando predican y ordenan acerca del (buen) uso de la lengua en las aulas sin atender a que sus propios mensajes en otros ámbitos -fuera del sistema educativo-, sostienen la pauta innovadora/inclusiva-prohibida.
Sin embargo es difícil detener el proceso iniciado. ¿Está en condiciones el ministerio de educación de la ciudad de iniciar una cacería de brujes, persiguiendo a les docentes que utilicen el LI? Los registros escolares son numerosos y solo algunos se enseñan como tales. Es probable que, a partir de esta resolución, les maestres puedan reflexionar acerca de los ámbitos de uso del LI y con ello, acerca del uso del lenguaje en general: criticar los usos oficiales y legítimos implica conocerlos y ser capaces de “jugar otro juego”. Tal vez, el documento oficial del ministerio de educación porteño termine por tener un efecto contrario al impulso conservador que le dio origen.
En términos más generales, impedir el uso de determinadas formas de hablar y de escribir no constituye una práctica pedagógica sostenible. Los espacios de educación son sobre todo espacios sociales de experimentación, exploración y producción de conocimiento. ¿O acaso se prohibirán las obras de Borges que utilizan lunfardo, o las de Arlt? ¿Y los experimentos lingüísticos de Cortázar o María Elena Walsh? Como profesionales responsables, es central que les docentes podamos incorporar debates formados sobre cada tema, que exploren su complejidad y sus relaciones con la vida de las personas. En este caso, un trabajo sobre el lenguaje se vuelve interesante cuando incluye el estudio de su uso, los análisis y reflexiones sociolingüísticas, el debate sobre la existencia de una gramática universal, por ejemplo. Cualquier iniciativa que busque restringir contenidos atenta contra el conocimiento y, sobre todo, contra la curiosidad y el interés de les estudiantes. Por suerte, estas siempre terminan por triunfar, desde el aula o desde sus márgenes.
Desde nuestro lugar como docentes, lingüistas, investigadores y usuaries del lenguaje nos vemos en la obligación de alertar que la verdadera deformación está en la utilización de la gramática con el fin de perseguir hablantes: una gramática es una descripción de un estado de la lengua, no una ley.
En definitiva se toma una medida de política educativa sin diagnóstico que la avale, sólo para estigmatizar y perseguir a menores de edad y a docentes. Las autoridades de la ciudad pretenden evitar cualquier tipo de pensamiento crítico; pero Cervantes Saavedra, Borges, Cortázar, Rulfo, Violeta Parra, Isabel Allende son quienes inspiraron cambios en la Gramática descriptiva del Español: no fueron las gramáticas las que inspiraron a estes grandes. No son los intentos de instalarse en la agenda pública, ni los guiños hacia votos conservadores, los que perdurarán en la historia o den forma a nuevas expresiones culturales. La literatura y la creatividad van a encontrar siempre una fisura por la cual cambiarnos la vida y les lingüistes estaremos atentes para estudiar esos cambios y compartirlos con el mundo. Les hablantes vencerán, como siempre vencimos.
CALU
Círculo de Análisis del Lenguaje en Uso
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